Era realmente bella la joven Miranda Lyndsay y le salvó la vida proponiéndole sorpresivamente una cita de amor en un lugar bucólico lejano de Kington, pero que costó la vida de su amigo Félix Amestoy, quien se propuso esperarlo en su propia hamaca donde rendido por el sueño fue confundido y mortalmente herido por un sirviente sicario.
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