Mauricio vivía en el séptimo piso de un edificio residencial y desde la ventana de su apartamento pudo captar a su Madre haciendo el amor con un amante que él desconocía. Esa noche, tras sufrir un ataque de depresión y amargura terribles, fue al taller de su padre que era herrero, colocó su inseparable binóculo sobre el yunque y lo aplastó bajo la solemnidad de una mandarria. (AF)
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