Marceliana Coello vivió con su único e inseparable compañero: “Daramis”, un perro negro lanudo al lado del
cual interpretaba por las noches en su piano “Claro de Luna”, y luego
acostada en el patio contaba las
estrellas hasta dormirse. Una noche se quedó dormida para siempre. Su perro inquieto la olisqueó de pies a
cabeza antes de salir a la calle a le media noche y llorar doloridamente como un lobo. Después del sepelio estuvo sin comer en
días. Finalmente abandonó la casa y fue a morir sobre la tumba
de su ama.
sábado, 22 de marzo de 2014
miércoles, 5 de marzo de 2014
El Caballo Negro
El glaucoma implacable se comió los ojos de Roberto Briant. Un anciano del sector lo atribuyó a la maldición de un Pastor evangélico. El mismo que predijo la incineración del chalet de El Caballo Negro una noche terriblemente oscura alumbrada por el relámpago de las llamas. Decía el mismo anciano que en el chalet no sólo ofrecían licores y hamburguesas, sino que se practicaba la filosofía del hedonismo.
sábado, 1 de marzo de 2014
La Memoria de Heddy
Heddy
no podía ausentarse por un instante de la cocina porque el instante se le
transformaba en un tiempo prolongado. De
manera que cuando volvía, el Carbón se burlaba de ella. Todo comenzó a ocurrir desde el día en que
el Alemán la visitó y penetró en su
memoria.
@Piocid
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