José Portegee,
huyendo de la lluvia tormentosa penetró en una casa de su vecindario al tiempo
que la solitaria dueña Ignasia destapaba una damajuana de vino que terminó
compartiendo con el sorpresivo visitante.
A la larga éste se durmió y la mujer que deseaba ser cortejada lo
despertó y persiguió con un bastón. Al
final éste la sujetó fuertemente para evitar una agresión que terminó en una dichosa
copulación.
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