El Juez dio un golpetazo con el martillo y la sentencia condenatoria quedó hecha contra el inocente que sólo quedó en libertad cuando después de varios años se descubrió el ADN.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Al mejor cazador
Nunca una liebre se retrató en su retina sin caer fulminada por el veterano de la cinegética. Sólo una pudo salvarse al asumir la astusia de Tío Conejo.
Un cochino faramallero
Este era un cochino que tenía el rabo escondido para aparentar lo que no era hasta que llegó un señor llamado Urraca y le soltó un toletazo por la cabeza.
El que madruga
Pedro se acostaba a las nueve de la noche y despertaba de madrugada. A esa hora iba al pozo y recibía la primera agua que era fresca y transparente. En cambio, Juan que llegaba tarde y soñoliento recibía el agua que era todo un sedimento.
Era regalado y le dolía un colmillo
Su nombre era saeta y respondía a que era un caballo muy veloz, pero el día en que su nuevo dueño apostó por él, se quedó sorpresivamente en el aparato.
domingo, 25 de noviembre de 2012
A buen hambre
Aquél señor no le apetecía otro pan que el que ofrecía, aunque a precio prohibitivo para el común de a gente, la más distinguida panadería de la comarca. Pero durante un tiempo de hambre y escasez, no le quedo otra alternativa que alimentarse con un pan despreciable que de buen hambre encontró delicioso como el mejor.
sábado, 24 de noviembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
domingo, 11 de noviembre de 2012
Los bancos del amor
Juraron amarse por siempre, pero llegó el invierno y el amor rodó como una bola de nieve dejando los bancos vacíos.
El niño y el Caimán
Pegó un silbido y el caimán asomó sus fauces, luego el niño montó sobre su lomo y se puso a cabalgar por la Laguna del Medio
domingo, 4 de noviembre de 2012
El sacrificio de Laika
El derrumbe del sistema socialista-comunista soviético a favor del capitalismo comenzó con el sacrificio espacial de aquella perrita callejera llamada Laika.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Adagio caido
Siguiendo el adagio de su abuela, se arrimó a aquel señor frondoso, cachetón y todo poderoso, a ver que tanto lo cobijaba con su manto, pero luego de un tiempo se dió cuenta que la sombra de ese árbol frondoso y robusto no lo alcanzaba sino que lo enervaba de miedo como el fantasma que su misma abuelita le inventaba para que se portara bien.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)