Al
comienzo todo era color de rosa hasta que surgió el temor de perderlo. El temor
a su temor lo impulsó alejarse progresivamente, pero Ella, más intensa en su
ansiedad, lo procuraba, le reclamaba, le suplicaba. Centenares de mensajes
escritos, centenares de mensajes de voz, asedio en cada esquina. Entonces, Él desesperado ante el acoso pidió
auxilio y el Juez dictaminó. La muchacha ahora bajo los efectos de psicofármacos asume una actitud contemplativa y
ausente en el patio arbolado del Hospital Psiquiátrico.
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