José Lezama,
dueño de decenas de casas en el Casco Histórico de Ciudad Bolívar, quiso hacer
y lo hizo como la noble Fabiola en Italia que repartió toda sus riqueza entre
los pobres, convencido como buen creyente cristiano que así alcanzaría el cielo. ¿Lo alcanzaría? Así lo creen los favorecidos menos quienes
llegaron tarde al reparto.
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