
Lo
del síndrome Hutchinson-Gilford que tanto le afectaba, apareció mucho
después de su operación. Ocurrió cuando Omerto tenía apenas año y medio.
Había nacido aparentemente normal y al quinto mes de gestado, su madre
sabía que era varón. Fue una novedad de la más radiante alegría. Para
saberlo, la madre sólo tuvo que esputar sobre un papel especial del
laboratorio vaticinador del sexo fetal. La desgracia sobrevino como a
los dos años de saberse que no sería hembra. Omerto se fue poniendo
calvo y su piel sin tejidos, débil y transparente. El médico ha dicho
ahora que el niño envejece prematuramente ocho por cada año. A los diez,
tendrá la misma edad de su padre y estará al borde de la muerte. Omer
lo sabe y llena con su llanto de titanio el día y la noche de su
desgracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario