Cuando Noé ancló
su Arca en el monte Ararat y soltó de primero al Cuervo, éste no volvió
agradecido como la Paloma con un ramo de olivo en el pico, porque le habría
sacado los ojos al Patriarca
impidiéndole ver durante el resto de los 969 años de vida que tenía
pautado.
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