Donde hoy se
alza el Helicoide, monumental sueño inconcluso de aquel gordito napoleónico
llamado Marcos Pérez Jiménez, los caraqueños lo bautizaron como “La Roca
Tarpeya” en recuerdo de aquella leyenda romana donde la Virgen Tarpeya quedó sepultada por los brazaletes dorados de
las Sabinas.
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