La primera vez
que tuve conciencia de esta frase fue en 1964 cuando la escuché en boca de
Richard Burton haciendo el papel de Hamlet en la novela de William Shakespeare llevada a la pantalla. Y un buen día que un amigo me preguntó su
significado, titubeé, pero luego de pensarlo un poco le dije: imagínate un
malandro activo y otro de la misma índole en reposo.
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