A Tristán lo
envió un Gobernante de la provincia de Guayana donde servía a que viajase a una
ciudad distante y trajese de regreso a
la bella prometida con quien debía casarse, pero jamás volvió porque ambos, la
novia y el mensajero, los atrapó el amor a primera vista. El gobernante deprimido quería ahogarse
lanzándose desde la Piedra del Medio, pero un Tritón emergió de las
profundidades del Orinoco y lo hizo desistir con su canto de caracol.
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