Juan
durante su existencia se había ganado la vida como mandadero, limpiabotas,
mensajero, pintor de brocha gorda, amolador, repartidor de encomiendas y obrero
pico y pala hasta que escuchó el discurso de ascensión del Presidente redentor
de los pobre justificando robar por necesidad,
pero nunca imaginó que la misma policía del mandatario lo sorprendería
con las manos en la masa y lo metería en la Cárcel de Tocorón donde sería
víctima mortal de los pranes.
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