Aquél muchacho
negro que conocí, comenzó a llamarse Baltasar
de Jesús desde que descubrió la diferencia entre el Rey que ofreció mirra al niño Jesús
y el último Rey de Babilonia que
en una de sus frecuentes bacanales tomó
vino hasta embriagarse en el Cáliz de la Iglesia de Jerusalén
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