Gracias a
Prometeo, héroe de los mortales, no
padecemos por falta de luz y calor.
Él sustrajo el fuego que lo hace
posible del rayo de Zeus, pero debió pagar un alto precio del cual lo libró
Hércules al romper sus cadenas y disparar su flecha mortífera contra el águila
que día a día le devoraba el hígado.
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