No era mortal su pecado, pero la castigaron con cárcel y presa quedó con todos sus seductores atributos. Tenía unos ojos mágicos, eróticos, y una piel de ámbar que sacaban al Guardia Civil de juicio. Una noche de connivencia y para mayor emoción, Día de San Valentín, ambos salieron furtivos a desafiar los lugares nocturnos de la ciudad abierta, pero cuando él se quedo dormido en la cama del Motel, ella irremisiblemente se volvió golondrina. (AF)
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