Ataúdes coloridos para alegrar la muerte
Mi madre le prendió el bombillo del buen
negocio a la empresa funeraria del pueblo al encargar en vida una urna de
color rojo. En un cuarto apartado de la
casa aguardaba el cajón púrpura el día de la muerte de mi madre que realmente
tardó pues falleció después de los ochenta.
Entretanto, la empresa fabricaba exitosa ataúdes que iban desde el negro tradicional hasta el blanco, verde, azul, rojo, amarillo y combinados de dos o más
colores. A solicitud de interesados
introdujo otras innovaciones en los
funerales, entre ellas, músicas
modernas y populares. Desde ese día la muerte
comenzó a tener otro color en el semblante y el corazón de la gente.
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