La vieja Catalina, ya octogenaria, fue dada por muerta este fin de semana
y su cuerpo transportado a una funeraria. Más
tarde, un empleado oyó ronquidos en el ataúd. Alarmado se acercó a ver y del susto pegó un
grito tan agudo que la anciana resucitó y preguntó: “Carajo, señor, qué le pasa???”.
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