"Lidia querida: cuando muera, ordena la Incineración de mi cadáver. Llévame contigo
siempre, sin obstáculo para tu felicidad. Y
si algún día vuelves a contraer matrimonio, arroja mis cenizas al mar, o bien, para que las peine el viento, en lo alto de cualquier montaña". La viuda, joven y bella, no
piensa en segundas nupcias ni cree que
lo hará. “Sería como pegarle cuernos al
difunto” exclama.
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