Dos jóvenes estuvieron a punto de ser sentenciadas a pagar
cuatro meses en prisión. El cargo: haber colgado su ropa interior en la
puerta del apartamento de un sacerdote y
enviarle cartas dirigidas al "querido padrecito", urgiéndole a que siguiera los mandatos de la Biblia de "salir y
reproducirse". Al final el Cura retiró los cargos, "porque las acusadas se arrepintieron ante mi diócesis”.
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