Agar, la
muchacha de servicio nunca enfermó. Por
lo visto era la más saludable de la casa y lo atribuía a una Talismán
Medicinal, que el día de sus quince años le trajo su abuelo minero de la
selva guayanesa y que felizmente en forma de Totem colgaba de su elegante cuello de garza.
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