Abraham
repudiaba a los vecinos por
idólatras. El creía en su propia
conciencia que le decía lo que era bien y estaba mal. Por eso un día abandonó
el vecindario y gastó sus suelas devorando distancias hasta encontrar un oasis
y una mujer que le dio tantos hijos para fundar un pueblo que no obstante lo idolatraba
como gran patriarca.
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