Catorce gatos, dos perros, una cacatúa y un loro, heredaron una espaciosa casa vacía para pasar el resto de sus vidas. Su finada matrona Hilda Carrero, legó su casa a los animalitos y un fondo mensual a sus amigos y vecinos para que los alimenten. La extinta, que dejó también un capital de 64.307 bolívares fuertes, pidió en su testamento que los animales sean sacrificados sin dolor, cuando sean demasiado viejos.
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