La ciudad ostentaba una Plaza que por su forma los bolivarenses la
reconocían como Plaza del abanico, no obstante haber sido erigida a la
memoria de Ascensión Farreras, prócer de color que lucho por la Independencia. Entonces
vino un Gobernador mal aconsejado y ordenó demoler la Plaza para construir un estacionamiento, pero que según algunos, sólo fue un pretexto para tapar un arranque de racismo. (AF)
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