El niño Juancito
abordó a su madre que conversaba conmigo en la puerta de su casa y lloriqueando
se quejó de otro niño mucho más grande
que le había pegado en la escuela. “No
puede ser, mañana mismo iré por él: ¿Puedes identificar al grandote?". "Sí, mamita. Traje un pedazo de su oreja
en el bolsillo".
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