El deseo de cantarle
a su novia una noche tan alegre como la de Navidad se le trastocó en larga pena al estudiante Andrés
Alberto Ortiz Cedeño, de 22 años. El muchacho, natural de El Tigre, pasaba la
noche del 24 de diciembre de 1974 por la calle del Almacén Iberia y vio tras los vidrios de la tienda una
guitarra como la que siempre quiso tener
para llevarle serenata a su amada al
otro lado del río. Andrés Alberto no resistió la tentación de malograr el
vidrio y extraer la guitarra, tan solo la guitarra. Pero la ilusión de cantarle
a su novia con un instrumento de mala procedencia, le duró poco. El estudiante
había sido visto por alguien que rápidamente aviso a la Policía. La novia al saberlo murió de pena. (AF)
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