Los amigos de lo ajeno
en Ciudad Bolívar tienen su Santo. Se llama “Santolino”. El santo o amuleto importado de El Perú, proporciona la invisibilidad a quien se lo incruste en alguna parte de su
anatomía. De manera que lo escrito por Wells sobre el hombre invisible y lo que hemos visto y leído en el cine y en novelas de ciencia-ficción al respecto, se queda corto ante este
amuleto que venden los buhoneros de la Calle Venezuela y de las transversales
que desembocan en el Paseo Orinoco. Podríamos decir que se trata de un talismán completamente clandestino, ya que según sus vendedores, el que lo lleva incrustado no puede ser observado por la policía, aun estando
cerca de algún custodio de la propiedad y el
orden.
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