martes, 24 de diciembre de 2013

Antonio de Berrío

Vino de una península de ultramar flaqueado por toda la familia a recibir una herencia de su mujer que lo sentenció a la búsqueda de una ilusión que sólo tuvo de dorada los haces satelitales luminosos que vigilaban la trayectoria de su aventura entre selvas y ríos que al final encontró  resonancia en una ciudad insostenible en su punto de origen.



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