El Pordiosero se levantó temprano como de costumbre para emprender su faena de limosnero. Muy cerca de un contenedor de basura se encontró una bolsa repleta de dólares y de inmediato, como buen cristiano, caminó hasta la Policía a dar cuenta de su hallazgo. Días después el Ministro lo condecoró con la medalla del "Buen Ciudadano", y como el Pordiosero no quería lucirla en la solapa de su roído chaleco, la colgó bajo el puente donde vivía.
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