San Pedro, San Nicolás y Santiago de León, conformaron el periplo de la muerte de Luis José cuando en
gesto desbordado de bondad obsequió un costal de algodón a Cloto para una almohada que alargara con
holgura su sueño, pero ella sugestionada por sus otras dos hermana ancianas, se
desveló y montó el algodón sobre la rueca de la vida.
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