Borrachas las gallinas de tanto picotear maíz humedecido con ron de cincuenta grados era, sin cacareo, más fácil atraparlas para que una vez desplumadas y con el pescuezo retorcido fueran directo a la olla. Siendo así, gracias al ingenio de los parranderos del pueblo, no se aguardaba sino el momento feliz y alegre del convite. Sin embargo, así como en ese mismo pueblo existían los roba gallinas, existían igualmente los roba "pelao" con menos remordimiento de conciencia según el convencimiento de que un "ladrón que roba a otro ladrón tiene cien años de perdón".
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