La ciudad amaneció desperezándose del alegre y tronado ajetreo de Año Nuevo. El Sol brilló con fuerza el miércoles muy de mañana. Los buhoneros hicieron mutis en las calles. Los bancos con las colas mengudas mientras mi hijo descubrió sin piedad que los comejenes tragaban más libros que aquel Juan Vicente González de mediados del siglo diecinueve.
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