“Por no morir quemado casi me ahogo”, sostenía
Tía Victoria que escuchó decir al burro.
Aquél burro tan lanudo como carnero, al cual la muchachada perversa
roció kerosene y luego le prendió fuego.
El asno por instinto partió desenfrenado hasta el río y él que tanto le temía al agua, por
salvar la vida, casi se ahoga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario