El Poeta me
invitó en horas del mediodía a almorzar en el restaurante “El Faro” de la
avenida República. Hacía allá me dirigí
todo extrañado y cuando entre lo vi sentado con su morena hija quinceañera en
torno a una mesa cuadrada. Entonces me
dijo en respuesta a mi saludo que anoche había soñado su muerte y yo al pie de
la urna pronunciando la oración de
despedida. Lo siento como un compromiso
en el que pienso cada día que resucita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario