Embriagado por el vino y el
deseo, la pareja trató de apagar el fuego carnal sobre la cama de los rieles
del ferrocarril que suponía distante de aquel lugar aparentemente estratégico
para el amor y además alumbrado por la luna de agosto, pero diez minutos copulando
no es mucho tiempo para una locomotora que devora el espacio con 5.000 caballos
de fuerza.
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