Hubo un poeta en la ciudad que por nada en el mundo quería tener
hijo. Para qué ¡Oh Shopenhauer!, traerlo
a los dolores del mundo? Pero un día se
descuidó y la hermosa negra con la cual acostumbraba hacer el amor, salió
encinta y la pobre, para no enturbiar las relaciones se hizo abortar. Luego se
consolaba contemplando su feto en un enorme frasco de formol.
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