Existió un señor llamado Salvador
con una Tienda de muñecas que despertaba la alegría de los niñas a través de
las madres que solícitas iban por ellas, pero las muñecas cuando salían de las
manos del tendero podían, como cualquier ser humano, sufrir accidentes y quedar
lesionadas, empero sobrevivían tal cual como el artesano las traía al mundo, gracias
a que otro señor llamado Santiago, tenía un Hospital de muñecas.
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